SIN NECESIDAD DE GRITAR
Hay que ver como se pone el personal en cuanto le nombras la “Crisis” que nos invade, es como mentar la soga en la casa del ahorcado y ¡lagarto, lagarto!.
Nos estamos convirtiendo, sin apenas darnos cuenta, en un país de plañideras, donde a la más mínima señal, sacamos los pañuelos moqueros y nos ponemos a lloriquear como si esta fuera la única solución a nuestros problemas.
Recuerdo como nuestro Rey Don Juan Carlos le dijo sin titubeos al impresentable de Chaves aquello de: ¡a ver si te callas!, como también recuerdo otras situaciones análogas protagonizadas por Fernando Fernán Gómez, Francisco Umbral y otros muchos que, en realidad, sin gritar mucho, han dicho lo que querían, es decir: “hablando abonico”.
Pues así, hablando abonico, pero sin esconder el lomo, vamos a dejarnos de quejíos y lamentos y vamos a echarle al asunto un par de buenas pelotas del cocido, como aquellas que hacía antaño la “mama” del Niño Simón. Y si los Bancos nos cierran ahora sus puertas, pues nada, que las cierren y dentro de poco cuando sus impositores les reclamen su dinero, tendrán que devolverlo con ladrillos chamuscados procedentes de los desahucios que han originado las hipotecas trampa en las que han metido a las gentes de buena voluntad.
Hay que luchar, hay que exigir. No podemos consentir que en la época de las vacas gordas se forren los mismos que en la de las vacas flacas. La unión hace la fuerza y la necesidad ha de despertar en todos el gusanillo de la imaginación y por supuesto, la habilidad de la negociación.
La solución no está en emigrar, en salir cortando para que no te pille la tormenta o al menos, que te pille bien lejos. No, la solución está en quedarnos para hacerle frente, con imaginación, con buena voluntad y paciencia por parte de todos y puesto que todos estamos dentro del mismo barco, racionémonos el agua y la comida y vamos a conformarnos poco a poco hasta que todos salgamos airosos del huracán que nos invade.
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