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EL BLOG DE TONY JUAN

ECHANDO CUENTAS

Ayer, como muchos domingos del año, a estas alturas de mes, me encontraba echando cuentas, para ver las posibilidades que tenía de llegar hasta el día treinta o treinta y uno.

Por un lado, el recibo de la luz, con todos sus recargos, alquileres de contador, mínimos, IVA y demás historias que adornan un consumo, la mayoría de las veces “estimado”.

Por otro lado, el recibo del agua, con los mismos aditamentos y además, con el valor añadido de las basuras y limpieza urbana. Aquí el adorno es todavía más incomprensible, pues si gasto más agua, pago más basura, como si este consumo fuera proporcional, despreciando mi interés en reciclar y tirar menos cantidad de residuos cada vez.

Después aparecen ante mi vista esa legión de pequeñas cuentas que, unidas, forman un cuentón de narices: que si “los muertos”, con esa cadencia mensual que irrita al más templado; el teléfono con su Internet adosado; el coche, que no sé cuántos recibos quedan todavía pendientes; las tarjetas de crédito, en las que se entra con facilidad asombrosa pero que después no puedes salir así como así...... y en fin, toda esa legión, como he dicho, hasta que por fin te colocas en medio de tanto papel, la dichosa “hipoteca”, mensual, claro está.

Por encima, haces la suma y ves que en lugar de sobrarte algo del sueldo, resulta que te falta y bastante. Y te haces la pregunta del millón: ¿de qué parte de mi sueldo voy a comer?

Es entonces cuando piensas en los demás: el pensionista, al que, después de toda una vida de trabajo, le pagan una propina, para que se muera pronto de inanición; los casi cinco millones de parados que no pueden morirse ni de eso, ya que estos, ni tan siquiera pueden echar las cuentas, los indigentes, los sin techo, cada vez más, los buscadores en la basura, ¿hay todavía más?......

Guardo todos los papeles con la esperanza puesta en aquello de ¡Dios proveerá¡ y me voy a la calle a ver si me da un poco el aire del día, que por cierto, como ya es costumbre, no está muy bueno que digamos.

Nada más salir, me abordan unos indigentes con mochila al cuello, que no sé si son mendigos o aparcacoches ocasionales de domingo y me dan ganas de reír, pensando en mis bolsillos vacíos..¡dame un cigarro!-me dice uno de ellos-¡pero si yo no fumo que carajo!- ¡pues dame un euro o dos que me compre!-me dice el otro........Bueno, no les hago ni caso, y sigo caminando escuchando a mis espaldas un buen ramillete de improperios...¡qué se le va ha hacer!.

Cerca, muy cerca de la Glorieta, junto a un grupo de señoras engalanadas de lujosas joyas que salen de misa y con acompañantes de mirada fría y altiva (que no son todos, si no unos pocos) se despliega la mendicidad más infortunada y mirando al cielo, tumbados en los bancos del jardín, varios...¡Dios sabe qué! Duermen el beneficio del sueño del vino, aquel que les hará olvidar y sobrevivir a la tragedia.

Cuando llegue a casa y encienda la puñetera televisión, ¡cuéntele usted señor Zapatero a otro tonto, que España está saliendo de la crisis!

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