Por si teníamos pocos desaguisados en el solar patrio y ante la tremenda crisis en la que estamos inmersos, de nuevo se sigue dando aquello de: ante la falta de pan, fútbol y toros, pero ésta vez con un divertimento que se aleja de todas las lógicas analíticas.
El fenómeno actual se llama: Belén Estéban, la Princesa del pueblo, un nuevo producto televisivo, creado, destilado y etiquetado por Tele 5.
Esta cadena, plural donde las haya, monogenérica y patrocinadora por excelencia del ácido desoxirribonucléico, patina a diario por los lindes de la vulgaridad y se atreve a patrocinar, por encima de la sensatez y del trabajo bien hecho, a quienes distorsionan nuestros sistemas auditivos con insultos malsonantes, descalificaciones destalentadas y gritos supersónicos al estilo deTarzán, el rey de los monos.
Y no contentos con eso, como se diría en el romance del “Crimen de Cuenca”, nos meten la directa de un Más Que Baile, en el que, dicho fenómeno, se lleva todos los beneplácitos de un público carajillero, saliéndose de toda lógica y queriéndonos hacer comulgar con ruedas cuadradas de molino arrocero. Y encima se enfada, cuando la voz de la experiencia y la profesionalizad de un jurado cualificado, le corrige eso que hace en lástima de escenario. Pero claro, como en los toros, y de eso se trata, tienen a un Boris Izaguirre que está al quite, e intenta remediar lo irremediable, llevándose la pobre criatura, alguna cornada que otra, sin salir a buscarla ex profeso.
Y dicen que un famoso sociólogo europeo, emocionado por el fenómeno de la Estéban, va a escribir un libro sobre ella..¡ahí es na!. Y dentro de cuatro días, la Estéban actriz de cine y si nos descuidamos, ocupando un sillón en la Real Academia Española. Para que luego digan que del pueblo llano no sabe nada. Menos mal que de vez en cuando nos alegran la vista con una señora estupenda como Pilar Rubio, que si no: ¡apaga y vámonos!.
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