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EL BLOG DE TONY JUAN

MELONES EN LA FERIA DE AGOSTO

MELONES EN LA FERIA DE AGOSTO

Desde luego que todo en esta vida es efímero. “Tempus Fugit” como diría aquel senador romano, cargando su estola en el hombro y colocando los brazos en jarras.

Y es que el tiempo borra casi todas las huellas del pasado, bueno casi, como bien digo, porque el otro día, estando en la playa, soportando la canícula estival, amén de una serie de molestias que ya he osado desvelar, aún a costa de llevarme alguna que otra reprimenda, volvió a reaparecer el vocero ambulante de turno con su repetitivo pregón veraniego: ¡vitaminas, bananas, piñas, melonay¡.....y el caso es que tenía éxito en su pregonada campaña, pues en un pis pas, aparecía el calé suministrador de materia prima y le volvía a llenar el kiosko ambulante y lo más chocante del asunto, es que en uno de esos voceos, añadió: ¡ melones de la finca de la madrugá! Descubriendo valientemente o quizás con demasiada desfachatez, el origen de semejante mercancía.

Aquellas hermosas tajadas de sandía, rojas como la sangre misma y chorreando por los carrillos de una vikinga, como si de dos cataratas enfurecidas se tratase, me hizo recordar la Feria de Agosto en mi pueblo, en Orihuelica del Señor, su pueblo y el mío, donde no sucede nada, porque todo está previsto.

Eran estas fechas y Orihuela se llenaba de gentes venidas de todas partes y lugares. Los veraneantes, abandonaban en muchas ocasiones su lugar de veraneo, para venir a su tierra a ver la Feria de Agosto. Los que estaban fuera todo el año, aprovechaban también estos días de descanso para hacer su Feria.

Y Orihuela se llenaba de atracciones y diversiones, entre las que no faltaban las deliciosas verbenas nocturnas en el recinto de la Glorieta de Gabriel Miró. Otras noches, eran compañías de zarzuela o de revista o de cualquier tipo de varieté que refrescaba el calor de quienes no veraneaban y de los visitantes ocasiónales.

Pero había algo que jamás podré olvidar y que cada domingo, cuando voy a la playa, me lo recuerda este vocero de las vitaminas y del melonay: aquellos tenderetes de melones que se instalaban en la Glorieta, a los que acudíamos los mozos y mozas para comprar el melón de la Feria, el más grande y dulce, el melón de la Virgen de Agosto y allí mismo partirlo y compartirlo con todos, aún a sabiendas de que los chorretes nos saldrían por las comisuras de los labios, poniéndonos perdidos. Después acudíamos a ver a las aguadoras, aquellas mujeres que se colocaban en el andén, con su delantal blanco impoluto y un gran botijo de agua en la cintura, tapado con una membrilla: ¡a perra el trago!...¡agua fresca de la fuente!...¡a perra el trago!.....

Era una gran Feria, precisamente en estos mismos días del mes de agosto....

Es hoy un recuerdo de los que no se olvidan, un motivo más para la nostalgia, algo que se ha esfumado después de muchos siglos de existencia...

¿Qué será lo próximo?......

 

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